EL encuentro fue en el Club Campestre de Cali, los mismos participantes: Johanna, Jonnier, Esteban, Andrés, Alexandra, Adriana y Liliana, con una invitada: Rubi y las acompañantes caninas, Lila y Tara
Dejamos los vehículos en el cruce donde se devuelven los jeeps que transportan pasajeros. Iniciamos recorrido, ésta vez el clima fue favorable.
Caminamos hasta llegar a VillaCarmelo, parada casi obligatoria de clicistas y deportistas. Allí hay un delicioso charco de agua cristalina y hay una tienda donde se puede comprar alimentos.
Jonnier y Rubi compraron el “claro de maíz” (bebida tradicional colombiana, resultado del cocimiento del maíz o también de la mazamorra. El maíz es el cuerpo de la mazamorra y el claro “el alma”), se consume sola o con panela.
En este lugar hay dos caminos, uno hacia VillaCarmelo (vereda) y el otro hacia la reserva ecológica La Candelaria. Al tomar el camino de la reserva no se permiten entrada de vehículos automotores sin autorización.
Caminamos por el trayecto de la reserva, el sonido del río que se encuentra paralelo al camino nos acompaña en casi todo el recorrido. El ascenso no es difícil, el paisaje y clima embellecen este sendero, y se empieza a notar la neblina en las montañas que visualizamos.
No es un camino por trocha, sino por carretera destapada, sin embargo no se ven vehículos. Pasamos un puente donde se cruzan dos caminos, seguimos por la izquierda (quien para ese momento conocía el trayecto, lo había olvidado) así que por intuición del Guía Jonnier, seguimos por la izquierda.
Encontramos el aviso de una Finca Ecológica, que nos invita a pasar, siempre y cuando seamos amantes de la naturaleza y cuidemos el medio ambiente. Abrimos la puerta, saludamos e hicimos llamado y nadie responde. No se ve casa ni personas, hay dos motos parqueadas. Vemos un camino por trocha y por allí nos dirigimos, bajamos aproximadamente un kilómetro y nos encontramos con una pequella chorrera, donde bañamos.
Nos devolvimos a la salida de la “Finca”, cerramos la puerta y seguimos buscando “La Chorrera de el Alemán”.
Finalmente encontramos el puente (solo para peatones) y al finalizar a mano derecha, se ve una casa muy grande (parece casi abandonada). Es la finca de El Alemán, se asoma un señor, y nos cobra $ 2.000 por persona. Entramos, hay que pasar por detrás de la casa, nos encontramos con vacas en el camino, hasta que encontramos la trocha
Seguimos caminando, aproximadamente un kilometro y medio y allí estaba en todo su esplendor La Chorrera de El Alemán.